Tiempo lento y seguro

Toki no nagare (el fluir del tiempo), canción de Kitaro. Creo que todo empezó cuando volví a escuchar esta canción hace una semana. El tiempo fluye en un no tiempo. Puse esta canción de fondo cuando leí esto de ir más allá del sufrimiento. Ese día sucedió algo. Pude “ver” al sufrimiento, ese que me suele acompañar cuando carezco de autoestima o me siento incompleta.

Esta canción fluye en el tiempo. Esta canción la usé como tono de mi celular hace como seis años atrás. En ese momento sentí que con el fluir del tiempo todo se arregla y se iba a arreglar esa situación que en ese entonces vivía.

Hay una cierta conexión con ese tiempo pasado con lo que vivo ahora… a veces pienso que las experiencias que tengo se mueven en una espiral, siempre vuelven a un mismo punto, pero más extendido o expandido.

Remover el sufrimiento de mi vida para que haya libertad plena…

El juego de la política

“Permanece fuera de la política. Todo es un gran juego y ninguno es tuyo” cita de Adamus. No suelo involucrarme en la política, trato de mantenerme a distancia. Prefiero observar detrás del muro. Pero estas últimas tres semanas el maremágnum de la situación sociopolítica en mi país me arrastró consigo.

Ni siquiera me detuve para hacer un stop, sólo me dejé llevar. Por muy consciencia encarnada que sea también soy humana y la humana es sensible a la consciencia de masas. Realmente la política es un gran juego y no me pertenece. ¡Ah! No me pertenece, pero ayer jugué ese juego.

Ayer tuve mis tal vez cuatro o cinco horas de estar muy activa en las redes sociales hablando exasperadamente de política. Cuatro a cinco horas seguidas que me mantuve en la toxicidad de las redes sociales. Ya ni siquiera posteo con frecuencia, sólo observo lo que la gente publica, y a veces ni eso. Entro al supermarket de Facebook, veo ropa, me termino aburriendo y me salgo. Esa ha sido (es) mi rutina desde principios de año en las redes sociales. Así que mis cuatro a cinco horas seguidas del año en las redes sociales fueron dedicadas a la política.

Ahora que reviso este escrito me causa gracia. Bueno, ya estoy sonriendo de nuevo.

Primero, explicando que no hubo golpe de estado en mi país, luego entrando en sofocantes discusiones con fanáticos políticos que desde su fanatismo ideológico querían imponerme su “verdad”. ¿Cómo estaba mi vibración en ese momento?

Me detengo para hacer una digresión. Recuerdo una experiencia bastante interesante que me sucedió hace dos años. Iba a mi trabajo, caminaba y de pronto la puerta de garaje de un condominio se abrió, salía un auto y al tiro reconocí al conductor. Era el presidente del Senado de ese entonces, me detuve para que él y su auto pudieran salir. Él giró hacia donde yo me encontraba y sus ojos no me miraron, me atravesaron, como si yo no estuviera ahí, es decir no me vio. Estaba a medio metro de su auto y de él y no me vio, en ese momento me di cuenta que sí, realmente uno puede volverse invisible porque simplemente estaba en una vibración diferente a la de este hombre.

Estaba en una vibración tipo maestra encarnada cuando sucedió ese episodio con el político. Una experiencia similar me contó un amigo que también es un maestro encarnado. Él me dijo que una noche salió con sus primas para ir a bailar, creo se metieron por un callejón, no recuerdo los detalles, pero unos tipos les dieron alcance e inmediatamente fueron donde las chicas y les exigieron que les entreguen los celulares y el dinero. Este amigo se quedó en silencio, dispuesto a entregar sus pertenencias a los ladrones, sin oponerse, pero no lo vieron, simplemente no lo vieron, al igual que en mi experiencia con el político, los ladrones miraron al vacío cuando dirigieron su mirada a donde se encontraba este amigo. Estaba invisible a los ojos de los ladrones y cuando se percató de eso decidió no salir de esa vibración ni siquiera para ayudar a las primas asaltadas. No era su juego y por eso no participó, me explicó.

Volviendo a mi historia de ayer. Mientras discutía acaloradamente con los fanáticos políticos por las redes sociales, escuché que esa turba de gente que desde una noche anterior estaba sembrando terror en las calles de mi ciudad se acercaba a mi casa. Los vi desde la ventana, llevaban palos, piedras, dinamitas y gritaban este estribillo: “k’aras (blanco o extranjero en aymara) de mierda los vamos a matar”. Yo confiada de que no me verían me expuse y los miré de frente, pero detrás de la ventana de mi casa, ellos inmediatamente me vieron y ahí se armó el problema.

Corrieron hacia mi casa y empezaron a tirar piedras, a romper los vidrios, a dinamitar. ¡Qué experiencia que ha tenido esta maestra que escribe esto! Fueron casi 3 horas de terror. En un momento como nos amenazaban de muerte pensé que ya me iría del planeta linchada por una turba de, también fanáticos políticos, y como estaba en una vibración similar a la de ellos, inmediatamente salió la energía de víctima. Ésa que pensé que ya la había superado.

En ese estado escribí a un amigo también maestro encarnado y él a su vez le contó a otro maestro encarnado y entre los dos me escribían palabras de aliento. Hubo algo que dijeron: “vuélvete invisible”. Pero no podía, ya era tarde para hacerlo. Sólo me limité a respirar, mientras escuchaba los gritos de mi madre y de mi tía y allá afuera la turba enardecida tirando pedazos de ladrillo y quebrando vidrios de mi casa.

Esto empezó como a las 10 am y recién la policía llegó a eso del mediodía. Poco a poco la calma volvió a mi casa.

Retornar al hogar

Como se suspendió todo por estos problemas sociales, no fui a mi trabajo, así que tenía toda la tarde libre para mí. Ya no estoy en esa etapa de mi vida donde culpo a los otros de lo que sucedió. Respiré profundo y asumí la plena responsabilidad de mis creaciones y de mi vida. Tenía una pregunta y quería responderla junto a mi maestra. Estaba dispuesta totalmente a convertir esta experiencia en sabiduría. La pregunta que me hice es ¿qué pasó?, cuando me enteré que esa turba de brutos andaba por las calles, quemando, saqueando y con el rumor de que llegarían a mi casa, recordé a Adamus cuando dice que, en vez de cerrarse a las energías, deben abrirse. Bueno, dije, confío en él plenamente y lo hice. Me abrí a estas energías.

Claro, la pregunta era ¿qué pasó, me abrí a las energías como él dijo y vino esta horda de enardecidos y atacaron directamente a mi casa?

Primero me sentí torpe, pensé que no me estaba abriendo bien a las energías, que algo estaba haciendo mal. Típicos pensamientos. Decidí ir más adentro de mí misma. “Víctima, energía de víctima” resonaba en mi cabeza. Poco a poco fui entendiendo que al dejarme envolver por toda la consciencia de masas de mi país, estaba en esa consciencia de poder, de juegos de poder: víctima y victimador. Me enojé conmigo misma por “recaer” en esa vieja, pegajosa e incluso adictiva energía de víctima. La maestra me dijo que no sea tan dura conmigo misma, que si hay alguien a la que tengo que tenerle paciencia es a mí misma. Honrarme, amarme.

Elegí salirme de todo ese maremágnum político. Buen momento para volver a ver los videos de Way Out. Y así lo hice. A diferencia de las dos veces que lo vi y luego leí anteriormente, esta vez lo estoy haciendo con más detenimiento, más concentrada. Sigo viéndolos, ayer hice las dos primeras sesiones, hoy veré dos más.

Definitivamente la energía nos sirve. Incluso esas energías que no son agradables para el humano. Esa energía de víctima me estaba sirviendo para un propósito que hasta ayer no me estaba percatando. Hace unos meses tomé mi soberanía la doblé con cuidado, la guardé en un cajón y me olvidé de ella. Y todo a causa de que estaba actuando según unas creencias limitantes que no son mías, pertenecen a los ancestros, pertenecen a la consciencia de masas, pero no son mías. Surgieron esas creencias, me las creí y me quité la soberanía.

Si no habría sucedido lo que pasó ayer y si no me habría preguntado qué hice “mal” y no habría tomado la decisión de ir hacia adentro no estaría teniendo todos estos reconocimientos que estoy teniendo ahora.

O sea, había olvidado mi soberanía, mi completitud por unas tontas creencias que ni siquiera son mías, y como ya no me sentía un ser soberano, empecé a subestimarme, a caer una vez más en la carencia de autoestima. Por eso estaba siendo tan víctima estos meses.

Mes a mes mi completitud y mi soberanía iban haciéndose a un lado, mientras la carencia, la duda, la baja autoestima ocupaban más espacio en mi vida. Y no me estaba dando cuenta hasta ayer. Con esa vibración o consciencia limitada fue muy fácil dejarme envolver por la consciencia de masas de estas últimas semanas.

Realmente el izquierdismo y la derecha son lo mismo, pero con diferentes matices. Son lo mismo, son la misma energía. Toda esa causa de defender a la pachamama, al indio o como yo que me empeciné en mostrar el verdadero rostro del expresidente indígena es lo mismo. Es lo mismo: la política es un gran juego, una distracción, juegos de poder. Repito juegos de poder

Y el poder es una ilusión. Hace tiempo me di cuenta que ya no necesito del poder porque soy un ser completo. He llegado a mi completitud, pero ayer, digamos que hice un tour por las bajas consciencias de los reinos de este planeta…

Por eso me hice visible para esa turba, porque estaba en la misma consciencia que ellos. Ayer jugué al poder, jugué a la víctima.

Y ahí estaba el sufrimiento. Sin querer escribí en espiral. Empecé hablando del sufrimiento y retorno a lo mismo, pero más expandida.

“Hay más”, me dice la maestra. Sí, hay que seguir profundizando, o ir hacia afuera –en palabras de Adamus– en mis palabras sería retornar a mi Yo Soy. Ir a ese cajón olvidado, sacar a mi soberanía y vestirme con ella de nuevo.

Retornar a mi completitud y volver a hacerme invisible para ciertas consciencias.

time
imagen de Pixabay

Un paso a la vez, lento, muy lento como la tortuga, no corriendo como la liebre voy a llegar o voy a atravesar por la experiencia de la realización.