El cetro por la espada

Estar en modo supervivencia es automático, como un patrón. Escucho la música que me acompaña, tomo una respiración profunda y sonrío. Ahora puedo sonreír, hace unos meses estaba apagada, como prisionera y lo más gracioso, prisionera de mis propias creaciones. No hubo sufrimiento, pero fue la sensación de estar atrapada y tener el espejo empañado la mayor parte del tiempo y no me veía… no era consciente de todo lo que Yo Soy…. (el último punto suspensivo que sea para abrir potenciales).

Estaba trabajando en un proyecto que no me gustaba del todo, pero lo había aceptado porque los humanos tenemos que trabajar si queremos ganar dinero… (estoy siendo irónica). Había firmado un contrato para concluirlo, o sea yo misma me metí en la prisión y me tragué la llave. Y no sólo eso. Aparte de la sensación de prisión, me sentía empobrecida, recibiendo por mi trabajo una miseria de pago.

“¿Hola? ¿Aquí hay una Maestra o sólo una humana en modo supervivencia?”.

Había tomado la espada que me acompañó por vidas, pretendiendo que todavía la necesitaba y salía cada día a librar nuevas batallas, con los demás y, sobre todo, conmigo misma.

Elección consciente

Para finales del 2021, ya estaba harta de esa situación absurda que yo misma había creado. Así que una noche antes de dormirme, recordé, simplemente recordé que puedo hacer una elección consciente una y mil veces. Me elegí a mí misma y me quedé dormida. Al día siguiente me sentía increíblemente bien. Sentía amor profundo por mí misma: “¡Hola, Maestra! Me olvidé que siempre has estado aquí”.

Y me di cuenta de algo que hasta ese momento lo estaba posponiendo. El espejo de mi peinador, uno redondo y grande, en el que día a día suelo verme para peinarme, arreglarme, etc., estaba totalmente empañado, me veía borrosa y la verdad, me sentía así. ¡No lo había limpiado por meses! ¡Y no le di importancia hasta ese día!

Así que fue el principio de la limpieza. “I am cleaning” (Yo Soy Limpieza).

Desde ese entonces otra vez me estoy haciendo consciente de mi respiración profunda, de mi consciencia. Y encendí la luz (mi luz) para iluminarme –primero, siempre primero– a mí misma.

Me quedaban como dos meses más para concluir ese proyecto de trabajo del que mencioné hace poco. Así que me lo tomé con paciencia, siempre teniendo presente a la Maestra. Mientras estaba en esa etapa final, me dediqué a desempolvar algunos materiales del Círculo Carmesí y con cada lectura que volvía a leer o a escuchar empecé a tener pequeñas experiencias que las viví de manera más consciente.

Las creencias con respecto al dinero

Si en estos momentos fueran los últimos de esta mi última vida y alguien me preguntara cuáles fueron los desafíos más grandes que tuve, diría las relaciones amorosas con los otros y conmigo misma y los asuntos con la abundancia.

“¡Tan caro! (pone varios emoticones de llanto), sabes que no estoy trabajando, no puedo pagarte lo que me estás pidiendo…”. Y yo, como tenía apagada la luz –la luz de mi consciencia– acepté las condiciones sus condiciones de ese cliente. ¡Cuántas veces apagamos nuestra luz para complacer a otros!

¿Y qué creencias de la consciencia de masas estaba manteniendo? Varias, en diferentes sentidos y niveles.

Me di cuenta que, en un determinado momento, justo por los meses del inicio de la pandemia, había tomado la decisión de cobrar menos de lo que me merecía. Uno: con tal de recibir dinero, aunque sea poco (primera creencia a la que me aferraba) y dos, porque olvidé confiar en mí misma.

Cuando por fin concluí y entregué ese proyecto a aquel cliente, decidí poner en práctica eso de incrementar mis beneficios como aconseja Adamus en la Clínica de la Abundancia, pero temblaba, literal. Me había acostumbrado tanto a rebajar la tarifa de mis servicios editoriales que las primeras veces que puse en práctica lo de cobrar lo que me merezco, temblé, tartamudeé. Obviamente éste y otros clientes del año pasado no lo tomaron bien. Pero empecé a confiar un poco más en mí. Así que me encogí de hombros y les decía “ni modo, adiós”.

Y, “¿cómo voy a pagar las facturas?, ¿cómo voy a pasar el mes?”. Y se apoderó el miedo. Así que otra vez agarré la espada y la empuñé fuerte. Posiblemente fui una de las shaumbra que perturbó la eterna paz de Adamus para preguntarle sobre cuestiones de trabajo. Me imagino que me ignoró, porque ni siquiera me soñé con él.

Todo es un acto, me dije a mí misma. Constantemente solía decirme que “no tengo plata” y ese tipo de comunicación tenía con mi energía. Así que eso es lo que recibía de vuelta. Desde que me di cuenta de esta creencia, empecé a decirme lo contrario y lo sigo haciendo. Ahora, otra vez me doy cuenta que no es un proceso mental, es CONSCIENCIA.

“¿Cómo accedo a la consciencia?”, me preguntó alguien hace tiempo. “Toma una respiración profunda y siente lo que sientes”, le respondí.

Open!

Hace unas semanas, fui a pagar las facturas. Habría sido un día típico. Salir, estar en el banco, esperar mi turno, luego comprar algunas cosas que necesitaba y regresarme a casa, pero como estos meses elijo estar más alerta, presté atención a mis emociones. Mientras estaba en el banco esperando mi turno para ser atendida me sentí ansiosa. Pude escuchar el parloteo de mi mente.

Me estaba cerrando otra vez, estaba cerrando la fuente de mi energía. Me decía que tengo que comprar lo más barato, como no estoy trabajando, no puedo gastar más. Respiré profundo, pero mi mente seguía fastidiando.

Pese a eso, me di el gusto de comprar los ingredientes que necesitaba para preparar el pan de arroz que estaba antojada. Tenía que comprarme algunos artículos personales más, pero cada que miraba las vitrinas de las tiendas, pasaba de largo, no me permitía estar en abundancia. Ya estaba a punto de tomar el bus para regresar a casa. “Open!” e hice un ademán de abrir las manos, “¡Al diablo con todo, me compro lo que necesito y me doy el gusto de comprarme algo bien, de calidad, nada barato!”. Me acerqué a una de las tiendas, entré con seguridad y solicité los artículos que necesitaba. Me permití mi abundancia y la hice callar a mi mente.

Ese día, solté la espada sólo un poquito.

Hay otra creencia que lucha, se aferra con quedarse: ¿tengo que trabajar para tener dinero?, o ¿tengo que trabajar como el resto para tener dinero? La respuesta, por experiencia, a ambas preguntas es un rotundo NO. Ya probé con anterioridad y en varias ocasiones sólo abrirme totalmente a mi consciencia es la clave, porque todo lo que necesito e incluso lo inesperado viene a mí, pero mi mente tan aferrada a la consciencia de masas se resiste.

Estar en AHMYO

¿Cuál es la esencia de Amhyo? Recuerdo muy bien ese shaud[1], me había sacudido. Sentí que era para mí. Me acuerdo que dije que, si quiero la iluminación, en esos momentos lo llamaba así, sería en Ahmyo. Total y plena confianza en mí misma.

Confiar en mí, en mi cuerpo, en mi energía, en mi alma, en mi Yo Soy: Ahmyo. Esa es la esencia de esta palabra-vibración. Ahora tiene sentido para mí que lo opuesto sea Makyo, es decir, confiar en todo lo que esté fuera de mí, pero no en mí.

Por esa época en que empecé mis andanzas por el Círculo Carmesí éramos más shaumbra bolivianos que en la actualidad. Debe haber otros (espero), pero no los conozco. Me acuerdo que T, la hija de una de las que en ese entonces afirmaba ser shaumbra, salía con un cristiano y este muchacho tenía mucha riqueza. Un día T nos hizo una pregunta: “¿Por qué los shaumbra con tanto estudio y todo eso, no tienen abundancia y mi novio siendo cristiano sí?”. Recuerdo que todos enmudecimos con esa pregunta. No le respondí, pero se me vino una respuesta, ese muchacho tenía tanta riqueza porque ponía toda su fe en el dios cristiano.

El año pasado conocí a un cliente también cristiano, sumamente devoto, me impresionó la fe incondicional que tiene en Dios. Interesante historia la suya, nació muy pobre, pero trabajó duro y lo sigue haciendo para tener riqueza. Ahora es el CEO de una empresa tecnológica boliviana que tiene sucursales en diferentes países.

Y otra vez al conocerlo, la pregunta de antaño volvió a susurrarme “¿por qué él tiene riqueza y yo, como shaumbra, no?”, porque él confía en Dios plenamente y ¿yo?, ¿cómo está mi confianza en mí misma? Fe y confianza como que tienen cierta similitud.

Y enfatizo: riqueza, no abundancia. Son diferentes. La riqueza es material, la abundancia es un estado del ser. Siempre soy abundante, pero a veces lo olvido o finjo lo contrario.

No estoy diciendo que las creencias de un cristiano sean equivocadas, es el camino que estas personas eligen como experiencias y expresiones de su alma. Y honro su camino. Gracias a que conocí a ese CEO pude reflejarme en sus acciones y ver cómo anda mi confianza en mi dios interno. Y me costó un año exactamente para comprender que mi plena confianza en mí misma estaba abandonada.

El cetro por la espada: Total Amhyo

Es fácil confiar en lo externo, es automático: “estoy bien, tengo salud, tengo esto, tengo aquello, Gracias a Dios”. ¿Qué Dios? ¿El dios de las religiones? Sé que es desafiante cambiar la confianza en dioses externos y empezar a confiar en el dios que también soy yo: Ahmyo.

Cambiar el cetro por la espada ha sido desafiante para mí, porque –una vez más– tuve que estar en total AHMYO.

Confiar que el dinero viene, porque lo hace.

Confiar en que no es necesario trabajar como el resto para tener dinero.

Confiar en mis capacidades y decirme Yo Soy Valiosa y me merezco lo mejor.

Y sobre todo….

Confiar en que Yo Soy todo lo que Yo Soy.

Modo Maestra Y humana. Así estoy en estos momentos. Así estoy Ahora.

[1] Shaud 3 de la Serie Siguiente, octubre, 2 de 2010.

 

 

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