Hace más de una semana que quería escribir sobre esto, pero sentía que necesitaba más tiempo, necesitaba que se incubara, siga su curso natural, que fluya con mi permiso, mi permitir…
Ahora siento que es el momento. Escucho The Rasmus, música con letras oscuras que hablan del dolor, la culpa, las sombras, una música muy acorde a lo que escribiré; es que estos días simplemente he permitido a mi oscuridad…, pero no fue fácil, al principio me resistí.
Hace unas semanas la sentí aparecer, la rechacé, la negué, pero ella fue bastante persistente y se asentó en mi habitación, silenciosa, esperando, y observando cuáles eran mis reacciones. Ya con anterioridad había tenido batallas muy intensas con ella y sus aspectos oscuros. ¿Quién quiere sentir su propia oscuridad? La primera reacción es temerla, si te tomas un poco de valor querrás expulsarla o negarla, porque es esa parte nuestra que nos lastima, que nos parte en pedazos, nos fragmenta, que nos hace sentir que somos lo peor. Es esa oscuridad que no la aceptamos, pero es nuestra.
La visita de la oscuridad, esta vez, fue diferente. Vino con su guadaña, no a matarme, pero sí a punzarme y arrastrarme al purgatorio, y, ahora que me doy cuenta, reaccioné como ella quería. Primero sentí miedo, negación, rechazo; luego como persistía me enfurecí con ella y todo lo que traía consigo.
Claro, como yo me comportaba así, estaba creando resistencia y el efecto que más pronto se hizo presente fue la falta de sueño. ¿Insomnio cuando trabajo en un periódico? pues sí. Esos días dormía mal y encima tenía turnos en la noche.
A estas alturas, ya no creo que la oscuridad deba ser reprimida y/o controlada para que yo sea sólo luz. A estas alturas del camino, cuando yo sé que yo sé, sería absurdo jugar que no sé. A estas alturas del camino, ya sé que la oscuridad es parte de esa divinidad que por vidas he estado buscando. Ya no puedo rechazarla como cuando era, todavía, una ‘estudiante’. ¿Estudiante de qué? Energía de estudiante, creerme que el ser humano, yo, ha encarnado en este planeta, sólo para aprender, y de esa manera ignorar la sabiduría, la mía.
Así que sólo me quedó ponerme frente a ella (mi oscuridad), saludarla y permitirla, una vez más. “No fear, destination darkness” (Sin miedo destino oscuridad) canta Lauri, el vocalista de The Rasmus, mientras escribo esto. Siempre que la permito, siempre que dejo de luchar, su presencia se hace cada vez más diáfana. Sí, es verdad se transmuta con sólo permitir-la.
Esta vez quise adentrarme en ella. Por un lado, la mente curiosa releyó y estudió algunas canalizaciones que me ayuden a comprenderla mejor. Claro, entender, analizar. Ya estoy acostumbrada que mi mente haga eso. Tal vez parte de eso es que escribo en estos momentos, pero cuando escribo no sólo soy una mente pensando, soy Yo, la que escribe. Es diferente, ahora que me doy cuenta, todo esto es diferente. Soy la humana contando sus experiencias en esta mi etapa de aceptación de mi maestría, siento a la Maestra en mí, y ella disfruta de esto. Me doy cuenta que abrió un sentido para percibir este escrito, percibir la realidad a través de las palabras; o sea parece que tengo un sentido que percibe toda manifestación artística. También disfruto de este acto de escribir. Disfruto, por eso lo hago. A veces se requieren palabras, en otras ocasiones para expresarme no las necesito y cuando estoy así, percibo de miles de formas diferentes. Pero estoy distrayéndome y eso está perfecto. Estaba diciendo que mi mente quiso estudiar a la oscuridad, Y también quise sentirla…
La oscuridad es bella, así como lo es la luz. Cuando quería escribir que la amo, mi mente se resistió, se resiste a la idea, pero si he sentido amor, el sentido ya está ahí. Aunque todavía haya resistencia.
El otro día vi el final de un animé, Garo II, un animé cuya trama ahonda en la dualidad entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad. Me encantó el poema que fue recitando una de las protagonistas, la hija de la luna, mientras le hablaba a un poderosísimo ser oscuro (un Horror, se pronuncia hórror). Este es el poema:
La tristeza no es abandono
La ira no es odio
El afecto no es fijación
La diferencia no es hostilidad
La galantería no es arrogancia
La vida no es una ilusión
La muerte es nada
El talento no es picardía
Anhelar no es codicia
La resistencia no es una lucha frenética
La adoración no es envidia
Y
La luz siempre está al lado de la oscuridad.
La energía Ah (de la luz) junto a la energía Oh (de la oscuridad) juntas, jugando ese juego incansable, eterno.
Parte de la naturaleza humana es el juicio. Todos hemos crecido con esto, tal vez influye más cuando hay religiones de por medio. Las religiones necesitan separar el bien del mal, la luz de dios de la oscuridad de satán. Muchos viven con esa gran ilusión. Ilusión…
Si no tuviese la capacidad de juzgar las experiencias que tengo y he tenido no las clasificaría como buenas o luminosas o como malas u oscuras, sólo serían meras experiencias. Como los animales. Si un perro es atropellado, si no muere al instante va a sentir dolor, se va a ofuscar por el tremendo dolor que va a sentir, va a ser él con el dolor, pero gracias a que no lo va a razonar no se va a decir a sí mismo: “pobre de mí, mira el mal que me sucedió…” Sólo va a ser él con el dolor, sólo una experiencia, sí una experiencia dolorosa, pero al fin sólo una experiencia, se va a ahorrar la auto conmiseración. ¿Si la vida fuese sólo una experiencia, veríamos las noticias que suceden día a día con otros ojos? ¿dejaríamos de lamentarnos de lo mal que anda el mundo?
Hace unos años atrás me sentía muy triste porque una relación amorosa a la que yo aprecié mucho se había acabado. Estaba deshecha. Así con lágrimas en los ojos y el corazón roto, me senté en el centro de mi cama, respiré profundo y me contacté con mi alma, la Maestra. La busqué con todo mi dolor para compartirlo con ella. Quería decir: “Mi alma está dolida por esta separación”, pero cuando la encontré, ella estaba en su perpetua alegría (alegría que es diferente a felicidad). No podía creerlo. A mi alma no le importaba mi pena, sólo la estaba experimentando, para ella sólo era un recordatorio de que existía, nada más. La pena que yo, la humana, sentía, la honraba, pero ella, mi alma, la sentía desde otra perspectiva.
El alma no se corrompe. Siempre pura, no importa lo que uno experimente. No hay un infierno de mierda que me esperará cuando me muera. Eso del Infierno y Paraíso me parece que nos lo inventamos para que los ‘humanos salvajes’ de hace pocos siglos atrás se comportaran un poquito más civilizadamente, como cuando se les dice a los niños que existen monstruos que se los comerán si se portan ‘mal’. Hasta al alma la han incluido en esto. Nos hicieron creer que el alma humana se corrompe con las malas acciones, cuando no es así, no es así.
Desde ese día cuando me di cuenta que mi alma percibe esta vida de una manera diferente a cómo la percibe la humana, todo cambió: me expandí. Yo Soy mi Alma, Yo la Maestra. Cuando siento dolor, rabia, o cualquier otra clase de sensación, lo acepto, honro mi experiencia como también honro a los que me rodean cuando experimentan la oscuridad. Primero me resisto, lucho, tengo insomnio, después sólo permito que suceda, me contento con mi oscuridad. Permitir es la clave para la transmutación. La alquimia no es convertir una piedra en oro, la alquimia es trasmutar la luz y la oscuridad en una Nueva Energía.