Karma

¡De tantas maneras posibles nos relacionamos con los otros! Una y otra vez, encarnación tras encarnación nos volvemos a reunir con las mismas personas. Una y otra vez. La última oración es un eco en mi mente. En algunos casos, cuando nos relacionamos con otros, creamos juegos de profundos e intensos sentimientos de dolor, ira, dependencia, inseguridad, culpabilidad, odio. A veces una vida humana no es suficiente para poder resolver esos conflictos, a veces retornan cuando reencarnamos en otros cuerpos, en otras vidas: karma.

El karma para algunas religiones orientales

El karma es una palabra usada por los budistas, hinduistas, janinistas, entre otros. Para los budistas karma significa acción. El karma son las acciones físicas, emocionales y mentales que realizamos en nuestras vidas. Según esta religión existe un karma negativo y otro positivo.

Ambas acciones, positivas y negativas, retornan con nosotros cada vez que encarnamos en este mundo. Las positivas nos traen felicidad, las negativas las tenemos que resolver. Este tipo de definición me recordó a los pecados de las religiones occidentales. Tanto el karma negativo como los pecados deben ser expiados.

Y la expiación en el caso del karma, es a través de las dificultades que se nos presentan en nuestras vidas diarias. Causa y efecto. Para los budistas funciona así: si robaste en vidas pasadas en ésta eres pobre, si envenenaste a alguien en ésta padeces de problemas mentales y así sucesivamente.

Incluso hay gente que cree que si en la vida actual le va mal es porque está pagando un mal karma de una vida pasada.

Otra definición

Karma se podría definir como algo irresuelto que se debe liberar. No a través de mantras u oraciones o expiaciones.

¿Causa y efecto? Si fuese así tendría que pasármela largos años de estudio para entender todas las consecuencias que traen las acciones negativas que, obviamente, he realizado en vidas pasadas.

Todos hemos sido asesinos, ladrones, brujos, santos, hombres, mujeres, buenos, malos. Así que sólo de pensar que me tendría que aprender todas las situaciones de causa y efecto, me da una soberana pereza. No es para mí, elijo lo simple y la facilidad en la vida.

Dos tipos de karma

Una solución simple sería agrupar al karma en dos. Karma personal y karma ancestral.

Karma ancestral

Es decir, ese karma que uno carga de su línea de sangre, de su familia. Familias de alcohólicos, de asesinos, en casos extremos y en los más comunes; las enfermedades que se transmiten de generación a otra, los problemas de abundancia, los problemas con los del sexo opuesto, los problemas de autoestima, etc.

Esos son karmas que deben ser liberados por cada uno de los integrantes de esa familia, cada uno lo hará en su momento apropiado. No todos se eximirán en la misma encarnación. Sólo se necesita uno para que esa energía atascada empiece a liberarse y pueda ser más fácil para los otros.

Karmas personales

Todas esas acciones negativas personales que realizamos en esta vida o en vidas pasadas. Pero, cuidado, no digo que uno encarna en este planeta y carga con todo eso, a menos que así lo queramos. Tampoco estoy diciendo que hay que expiar todo ese karma, volviéndose un santo o algo parecido.

Solución

Las decisiones sencillas, las acciones simples son las más profundas que realizamos. Sólo se necesita hacer una elección consciente de que ya no queremos más el karma (de cualquier clase ancestral o personal) en nuestras vidas. ¿Fácil? Claro, así funciona la Nueva Energía.

Bastante simple y bastante profundo e intenso, a la vez. Cuando uno hace esta clase de elección tan sencilla, atraviesa años de liberación. Lo cual trae consigo mucho cansancio, enfermedades de la piel, a veces estomacales y también muchas lágrimas, pero vale la pena. Valió la pena hacer esta elección tan simple.

En otras ocasiones estás tan acostumbrado a las viejas cuestiones que las repites. Aunque ya no es lo mismo. Ya no existe un desconocimiento de la situación, sino un aburrimiento de que se repita lo mismo, infinidad de veces. Puede costar salir de lo viejo, porque estás tan acostumbrado a ello, pero cuando lo haces… ¡Qué libertad!

Tal vez tenga que dar una advertencia: esta solución no es para todos, sólo para aquellos que hayan aprendido a ser responsables totalmente de sus actos y de su vida. Aquí ya no funciona el “pobre de mí” ni las ganas de culpar a otros, menos fingir desconocimiento. Aquí ya no funciona el “no sabía”, porque sabes y sabes que estas decisiones sí o sí afectarán toda tu vida.

Me sorprende la cantidad de karma que he liberado en esta vida. Sólo liberé, liberé y liberé. Me fui lavando de tantas emociones que llevaba.

Total responsabilidad de mí misma, de mis acciones y de mi vida. Y suceda lo que suceda: amor, total amor hacia mí misma.

Es verdad, no puedo resolver los asuntos pendientes de los otros, sólo puedo ocuparme de mí y de las cuestiones propias. Conocí gente con los que tenía asuntos pendientes de vidas pasadas y a muy temprana edad entendí que no podía ayudarlos, no podía resolver karmas ajenos, porque es muy personal.

No des perlas a los cerdos porque no sabrán qué hacer con ellas. No estoy diciéndoles cerdos, que no se malinterprete, me acordé de esa metáfora, nada más. Gente viciosa, enferma física y emocionalmente, fragmentada, todos ellos tan separados de sus almas y entendí que era apropiado para ellos que vivan lo que estaban viviendo en esos momentos, como lo fue para mí hace unas vidas pasadas atrás.

En algún momento se darán cuenta de sus prisiones y que los únicos que tienen la llave de la celda son ellos mismos, nadie más. No sirve, no me sirvió ceder ante ellos, ante sus vicios, no me sirvió querer amarlos, sabiendo que me lastimaban. No me sirvió. No intentes cambiar a los que no les interesa hacerlo. La única solución que comprendí que tenía que hacer con ellos era alejarme, honrar sus caminos intrincados y de dolor y comprender que es parte de su evolución.

Recuerdo algo que leí en un libro de budismo tibetano, hace años atrás: “Cuando hayas ido más allá de esos sentimientos que te aprisionan, serás libre del karma”. Cuando me alejé de cada una de esas personas, lo hice con el corazón en paz. Ya no había sentimientos de culpa, de resentimientos, de dependencias enfermizas.

También he liberado karma ancestral. Eso no quiere decir que reniego de mi familia, los amo, pero ya no pertenezco a ellos, me pertenezco a mí. Existen algunos asuntos pendientes, todavía, pero estoy segura que también se irán. He cambiado el verbo ir (me voy) por el verbo ser (yo soy).