Por esas épocas empecé a realizar ejercicios de respiración, empecé a meditar. También realizaba rituales, practicaba posturas complicadas, todo con el fin de alcanzar la iluminación.
De todos esos rituales, ejercicios y posturas que ahora me parecen exagerados, he guardado la postura de loto y la respiración ventral. Después de haber quedado con las piernas dormidas infinidad de veces por ponerme en posición de loto para meditar, mi cuerpo parece que se hizo más flexible o qué sé habrá sucedido, pero ahora me es super fácil quedarme horas y horas y horas en posición de loto. A veces me pongo en esa posición para tejer mientras mi gata duerme entre mis piernas. Lo de la respiración ventral o profunda fue más fácil, se hizo una costumbre, aunque el encuentro tan añorado con mi alma vino casi diez años después.
Adopté los ejercicios de respiración profunda de los tibetanos. Me ejercité mucho con la sincronización de la respiración y los pasos que se dan al caminar: una inhalación, un paso; una exhalación otro paso. Recuerdo que se tenía que meter el aire hasta hinchar el vientre, de esa manera sabía que estaba respirando profundamente. Este ejercicio sirve para corregir la mala postura.
Pese a que había aprendido a respirar con el vientre y que se me había hecho una costumbre, lo olvidé o dejé de prestarle atención. Recién hace unos siete u ocho años atrás que volví a ser consciente de mi respiración, pero ya no para tener una mejor postura o para ser más saludable como lo hacía a mis diecisiete años. Ahora respiro profundamente para sentir la Presencia divina que habita en mi interior.
Respirar es tan simple, lo hacemos desde que nacemos, pero olvidamos lo importante que es. Tomar una respiración profunda es una manera de conectarte, por ese breve instante, con tu alma, con lo divino.
Una pequeña digresión.
La tierra está en una nueva energía. La diferencia entre las acciones de la vieja energía y la nueva es que las cosas son más fáciles en la nueva. Por ejemplo, ya no se necesita de tantos rituales, posturas, ejercicios, etc. Sé, también, que nos gusta hacer rituales, especialmente cuando está de por medio algo relacionado con lo espiritual, o con lo que se denomina Dios, lo hemos hecho por siglos. Pero, ahora conectarse con la Fuente Divina es más sencillo que antes.
Yo medité por años y en mi experiencia puedo decir que mucho de ese tiempo que le dedicaba a la meditación era para acallar a la mente que no para de hablar nunca. También hacía los ya mencionados ejercicios de respiración, pero jamás se me ocurrió unir la meditación con la respiración.
¿Qué pasa si se toma una respiración profunda? Ese instante la mente se calla. Al principio no se puede sentir la diferencia de que la mente se calló y que en ese breve segundo sucedió una conexión, se requiere de práctica. Se requiere de seguir respirando profundamente varias veces al día. Como un ejercicio –otra vez– como un ritual. Poco a poco se empezará a sentir una calma que viene desde la fuente. Es decir desde nuestro interior.
Respirar profundamente para estarme conmigo
Hace unos meses que me siento un rato sólo a respirar en consciencia y profundamente. Se convirtió en un hermoso plus para mi Iluminación. O, si esto ya sucedió, simplemente para estarme con mi alma y sentirla en mí jugueteando como siempre. En este momento del Ahora, del presente perpetuo tomo una profunda pero profundísima respiración. Ingreso a mi espacio seguro, sonrío y ya nada importa. Cada que siento a mi alma, mis ojos brillan.