El cofre que rebosa y que siempre está lleno

“Pronto vas a partir… te irás por tu cuenta, pero antes de que lo hagas déjame regalarte este pequeño cofre. El contenido es muy preciado, ¡es tuyo! Úsalo en tu viaje, úsalo para tus experiencias, úsalo como tú elijas, sólo úsalo”. Y el viajero o la viajera, en ese momento no importaban tanto estas distinciones, emprendió el gran viaje llevando consigo ese tesoro.

¿Quién fue ése o ésa que dio este regalo? Este escrito no se enfoca en el “quién” sino en el contenido de la caja. El “quién” no importa.

Entonces, ¿qué contenía? Si la sostienes en tus manos es liviana, si la guardas en un bolsillo se mimetiza con la tela de tu ropa. Si la entierras bajo la tierra se vuelve polvo. Y cuando la abres parece vacía, pero no es así; mientras te preguntas eso, el contenido está percibiendo tus emociones, tus pensamientos –sean tuyos o de los que te rodean– y te responde acorde.

Está contigo desde siempre, pero lo olvidaste. Olvidaste del contenido, olvidaste lo mágica que es. Olvidaste…

El cofre que siempre está lleno

Yo Soy Abundancia. Expresarlo así es para mí una gran aceptación. Una realización. Mi corazón se abre de par en par cuando escribo de estos temas. Siento mi pasión. ¡Hay tantas palabras que rebosan de este cofre! Abundancia no sólo es acerca del dinero, más bien la presencia o ausencia de este último es la consecuencia del primero.

Apenas tuve esta realización, mis aspectos carentes se pusieron a la defensiva y me desafiaron. Es una buena forma de decirlo. Como si mis aspectos estuvieran fuera de mí. Yo me he desafiado. Es mejor también hacerme cargo de eso.

Abundancia es todo lo que está a mi servicio. El cofre con el que emprendí este viaje a la vida contiene abundancia y sí, es mágico, porque apenas lo abres ya está escaneando tus sentimientos y pensamientos del momento, todo lo que crees o no de ti mismo, lo que eres o cómo te han identificado los demás. Y esta magia te traerá lo que cree que quieres experimentar, incluso si no eres consciente de qué es lo que quieres.

El cofre de la abundancia servidora. Me digo a mí misma: “Hay que estar presente para poder observar todo lo que me hace ser un ser humano”. Respiro profundo y guardo silencio para poder percibir los sentimientos, emociones, pensamientos, pensamientos ocultos, creencias mías, familiares, sociales que surgen en este momento.

No todo lo que percibo en mí es de mi agrado. No lucho contra eso que no me gusta, tampoco puedo ignorarlo. Ni siquiera busco superarlo. Ya me cansé de eso. Simplemente elijo si quiero llevarlo conmigo o ya no. Simplemente elijo un nuevo escenario, porque puedo hacerlo y ahí reside la magia: puedo hacer lo que quiera.

Para este escrito estoy haciendo un recuento de lo que sucedió en mi vida en estas últimas siete semanas. La abundancia que permití y acepté me trajo mayor visión. Pude verme mejor. A veces, como escribí hace poco, ver mejor no es agradable, porque también puedes ver mejor las sombras que te acompañan. 

¿Qué emociones tienes en estos momentos que en vez de allanarte el camino se convierten en lastres?

Nuevas empresas

Estoy escribiendo un libro sobre creatividad y las primeras semanas de agosto disfruté de grandes momentos creativos, realmente los disfruté y recordé cuan creativa puedo ser. Esos días me sentí en la cima. Luego cuando me puse a revisar lo que había escrito, surgieron sentimientos de desvalorización y duda. Dudé de mi creatividad, la desvaloricé. Para ese entonces, me sentía en el suelo, hundida.

En muy pocos días de diferencia me sentí empoderada y después miserable. ¡Ay! “humana, demasiado humana”, como diría Nietzsche.

Escribir para mí es una montaña rusa de emociones. Bueno, mejor que sea así, no me imagino escritos planos, carentes de emoción, tanto dentro del escrito como en el proceso de escribirlo. Los seres humanos no sólo somos seres racionales, somos seres con sentimientos, tenemos un cuerpo, también un espíritu y yo escribo con cada una de esas partes que me constituyen.

Seguí escribiendo el libro, sigo escribiendo y lo seguiré haciendo.

Por otro lado, Créate Actos, mi emprendimiento, lleva meses estancado. Sí, todavía esta situación está en el momento presente, tal vez cuando revise este escrito ya sea pasado, tal vez cuando lo lea ya me sonría. Bueno, ya lo estoy haciendo. Ese estancamiento ha golpeado directamente mi economía. ¡Justo en el mes que tuve la gran realización con respecto a la abundancia!

Y precisamente, por contrario que parezca, fue la realización sobre la abundancia que iluminó mis creencias y aspectos carentes, me hice consciente de ellos. La abundancia que me llegaba, lo primero que percibía eran estos lastres y, por tanto, recibía más de lo mismo, en este caso carencia.

No voy a desistir de Créate, siempre he querido ser mi propia jefa y sigo apuntando a ello. Ahora está en incubación porque se está transformando. Volví a estudiar otro método de emprendimiento, el cuarto desde que inicié esta aventura y ya lo estoy poniendo en práctica en la manera en cómo concibo mis servicios. Y si no funciona este método, buscaré otro. Esto va a salir adelante, sí o sí. No hay vuelta atrás. Créate se va a convertir en un emprendimiento sostenible, de eso no lo dudo. Además, ¡vaya! Siento tanta pasión cuando lo menciono.

La magia de la abundancia

Este subtítulo da lugar para un nuevo escrito que ya está acabado en otro plano. Mientras tanto, en esta “realidad”, recién estoy interiorizando la relación magia y abundancia.

Toda esta avalancha de emociones, recuerdos y estados de ánimo vinieron estas últimas semanas. El cofre está rebalsando… y que rebalse. No hay desperdicio.

Soy abundante. ¡Hay tanto que viene a mí! ¡Hay tanto en mí! Definitivamente, Yo Soy Abundancia y pese a la avalancha de estados de ánimo, pese, incluso, a mis creencias de carencia, Yo Soy abundancia. Con todo lo anterior que he escrito y por todo ello también.

Ser consciente, estoy haciendo visible lo oculto en mí. Lo observo. Puedo elegir cambiarlo, porque simplemente puedo hacerlo y ahí reside la magia…

Abundancia de emociones de todo tipo. Insisto la abundancia no sólo es dinero, es todo lo que viene a mí, todo lo que tengo. Todo lo que puedo crear. Incluso las personas que se me acercan están cumpliendo cierto tipo de patrones mentales que tengo, me haga consciente o no de ellos.

Lo mismo sucede contigo, en eso nos parecemos: lo que está en tu vida es lo que piensas, lo que sientes, lo que crees. ¿Te agrada?, ¿no te agrada?, ¿puedes cambiarlo si el resultado no te agrada? ¡Claro que sí! En eso nos parecemos.

Cuando escribo sobre abundancia[1] se convierte en un concepto, pasa por el tamiz de la mente. Y ésta la va a querer entender, va a relacionar con otros conceptos similares, va a comparar y en esas acciones de la razón el sentimiento de abundancia se pierde: el sentimiento. Se trata de sentir no de pensar. Hay palabras que por mucho que se cuente la experiencia que se tuvo con ellas, para comprenderlas totalmente te tienes que abrir a ellas. Apagar el interruptor de la mente, por unos minutos, y qué sé yo, cuando llega ese momento llega. Punto.

 



[1] Cuando traducía Yo Soy Abundancia, me salían lágrimas dulces, de paz, no de sufrimiento. Realmente fue una gran realización, que incluso escribir sobre ello se queda pequeño con respecto a la experiencia.